Cada artista lleva un fuego
siempre encendido en el alma,
que sin saber el motivo
a veces arde y se inflama.
Para que el calor no avance
y retorne a tibia llama,
el artista febrilmente
libra su propia batalla.
Y pelea con su mente,
con su sangre y con fantasmas,
hasta que al fin una imagen
aparece de la nada.
Y esa imagen se transforma
en la creación soñada.
Y termina aquel delirio
que por dentro le quemaba.
Y el fuego se va aplacando
reduciéndose a una llama.
... Es la llama de los genios
que del todo no se apaga.
Y lentamente el artista
recobra otra vez la calma...
Y el hombre vuelve a ser hombre
en lo simple de una lágrima.
No hay comentarios:
Publicar un comentario