A mi nieta Melisa
Me pidió la princesa
-en su idioma encantado-
que a pasear la llevara
por el parque soleado.
Y salimos al patio
salpicado de flores.
Observando mil cosas...
Descubriendo colores...
¡Mire usted, mi princesa
al ciruelo florido...!
¡Y a esa enorme cretona
con tan fino vestido...!
¡Mire aquellas abejas
en las flores libando;
si parecen amantes
que se están abrazando...!
¡Y al jazmín...! ¡Y al helecho...!
¡Y a esa espina de Cristo...!
¡Oh... princesa... princesa...
cuántas cosas no ha visto...!
... Y así fui con mi nieta,
conversando y soñando.
Ella y yo, como novios,
por el parque paseando.
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