lunes, 1 de noviembre de 2010

Crepúsculo otoñal

Pinta la tarde un paisaje
con el sol distante, hundido,
como un castillo fantasma
que tiene un cuarto encendido.

Candelabros, por las calles,
son los árboles sin hojas.
Y las ramas largas velas
blancas, pardas, grises, rojas.

Es la bóveda del techo
del castillo anaranjada.
Cada casa, cada puerta,
un guardián con una espada.

Y es el viento una trompeta
proclamando su mensaje.
Nada falta en el castillo,
ni armadura, ni moblaje...

Y a medida que la lumbre
lentamente se diluye,
con las sombras avanzando
mi soñar febril concluye.

Ya no hay tarde, ni castillo,
ni locuras en mi mente.
Ya no hay gotas de rocío
ni puñales en mi frente.

Otra vez el viejo mundo.
Tierra. Cielo. Luna. Gente.

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