lunes, 1 de noviembre de 2010

Esa tarde

Lloró el poeta esa tarde
al ver al niño descalzo,
porque una gota de sangre
manchaba sus dedos blancos.
Lloró mirando hacia el cielo.
Lloró en silencio rezando.
Lloró como llora el hombre
sin demostrar su quebranto.
Lloró el poeta esa tarde
y tal vez siga llorando.
Hay cosas que en los poetas
todavía no han cambiado.
Y se alejó de aquel sitio
con paso lento y cansado
dejando algunas monedas
al niño pobre en su mano.
Era una tarde de invierno.
La noche se había asomado.
La sombra borró el paisaje.
El niño bajó su brazo...
Mas todo pasa en la vida
porque la ley lo ha mandado.
Yo me olvidé de esa tarde.
¿El poeta habrá olvidado?

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