lunes, 1 de noviembre de 2010

Homo Sapiens

Un mono fumador no hacía caso
de una tos persistente que tenía,
y fumando, lo mismo, proseguía,
cualquier cigarro que encontrara al paso.

Un día, el mono, haciéndose el payaso,
pucho, tras pucho, alegre consumía,
y aunque la tos convulsa ya tenía
fumaba desde alba hasta el ocaso.

¡Pobre mono ignorante de la vida
que murió en cualquier parte, tristemente,
porque en su pecho se le abrió una herida!...

Y a pesar, que es el hombre diferente,
lo mismo su existencia dilapida
... y se tilda de ser inteligente.

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