lunes, 1 de noviembre de 2010

La Pampa

En aquel tiempo, La Pampa,
era de viento y de arena.
De esperanzas y de sueños
y de tormentas viajeras.

De bosques donde se alzaban
brazos de dura madera.
De caranchos y de cuervos
y aleteos de monteras.

En aquel tiempo, La Pampa,
era de muy poca tierra.
Y entre cardos y espinillos
la paja brava era reina.

Sin embargo, pese a todo,
el hombre pensó en la siembra.
Llevaba dentro del alma
la voz de la Madre Tierra.

Y como pudo hizo surcos.
Y fue retirando piedras.
Y regando con su llanto,
aquellas gargantas secas.

Siguió sembrando ilusiones.
Siguió sepultando penas.
Siguió implorando a los cielos,
"un poco de agüita buena..."

... Hasta que fue en una tarde
que se quedó una tormenta
prendada de aquellos surcos
de tierra virgen morena.

Y las nubes comprendieron
como mujer en espera.
Y el agua corrió a raudales
por aquella tierra yerma.

... luego los vientos calmaron.
Y el sol abrió flores nuevas.
Y toda La Pampa fue
un grito de primavera.

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