... Y quiso ser marinero
y salir a navegar,
y ver brillar el lucero
desde las aguas del mar.
Y cuando fue marinero
triste se puso a pensar:
¡Qué no daría, Dios mío,
por un tibio y dulce hogar,
y no sentir más el frío
del agua y viento del mar!
Dejó de ser marinero
y también de navegar,
y con esfuerzo y esmero
logró tener ese hogar.
Y al tiempo dijo: ¡Dios mío...!
Mil veces prefiero el mar,
con su viento y con su frío
que estar preso en un hogar.
....................................................
Yo creo que es verdadero
lo que acabo de contar,
pues el hombre marinero
en el alma lleva el mar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario