lunes, 1 de noviembre de 2010

El hombre marinero

... Y quiso ser marinero
y salir a navegar,
y ver brillar el lucero
desde las aguas del mar.

Y cuando fue marinero
triste se puso a pensar:

¡Qué no daría, Dios mío,
por un tibio y dulce hogar,
y no sentir más el frío
del agua y viento del mar!

Dejó de ser marinero
y también de navegar,
y con esfuerzo y esmero
logró tener ese hogar.

Y al tiempo dijo: ¡Dios mío...!
Mil veces prefiero el mar,
con su viento y con su frío
que estar preso en un hogar.

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Yo creo que es verdadero
lo que acabo de contar,
pues el hombre marinero
en el alma lleva el mar.

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